lunes, 8 de junio de 2009

Visita al Hogar de Cristo

El pasado lunes 1 de Junio visité el Hogar de Cristo en Quinta normal junto a mis compañeros.
Fui testigo de una dura realidad de nuestra nación que en este caso fue el abandono de los ancianos.

Nos encontramos con un grupo de ancianos abandonados por sus familia y la suerte. En un principio me sentí cohibido e inútil, me costo establecer conversaciones con ellos y tube el desafió que, de las tres personas con las que hable dos carecían de dientes por lo tanto se me hizo difícil comprenderlos. Finalmente comprendí que estaban completamente faltos de cariño, necesitaban del cariño que todo humano necesita. Los escuche e intente de darles lo que pude pero no fue suficiente. Han estado solos por mucho tiempo y necesitan recuperar algo de esperanza mediante el cariño que se les podría brindar. Tienen comida, ropa y techo pero les falta lo que necesitamos todos para vivir en paz, el amor.

Ese amor no se los puede dar nadie más que nosotros. Son gente totalmente marginadas y si bien son aceptadas y queridas por la gente del hogar debemos darles todos una parte de nosotros para estar tranquilos con nosotros mismos.

Lo que vi ese día me produjo una sensación de pena y alegría. Pena por ver la realidad del abandono y de que hay gente que no tiene nada y a nadie, pensando que hay cosas peores que esas y las hay mucho peores. Por otro lado me dio alegría por que existe gente que se preocupa por ellos y en ese momento pensé en dios y dije: gracias señor. Gracias por todo lo que tengo, más que lo material, gracias por el cariño que me das.

Lo que vi ese día me deja inconforme conmigo mismo, me genera dudas del que hacer, siento que debo hacer algo, pero no aún. Cuando sea mas capaz y este tranquilo conmigo mismo me voy a preocupar e incentivar a otros a preocuparse, ha abrirles los ojos.

El problema visto tal día es una triste realidad que no hay más que aceptar e intentar mejorar, para esto se necesita de la colaboración de todos. Dejar de lado el individualismo y preocuparnos más por el otro. Así construimos un mundo de fraternidad que a baja escala hay que partir con nuestro circulo, luego expanderlo a nuestra comuna, ciudad y país y ser un ejemplo para los demás. Es un especie de sueño pero es uno que puede ser realidad si todos nos ponemos la mano en el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario